El mundo subterráneo y los héroes

(by Ibai Saez dC.G)

Resumen

Este trabajo tiene como objetivo mostrar la relación que los héroes griegos tuvieron con el mundo subterráneo mediante los mitos y cuentos en los que estos interactúan con los infiernos. Para ello este trabajo también resumirá a los personajes y lugares más característicos del inframundo. He intentado ofrecer una síntesis de las diferentes versiones que pueden existir sobre estos temas míticos

EL MUNDO SUBTERRÁNEO Y SU SEÑOR

Como ya sabemos, los mitos, conjunto de leyendas que difunden las hazañas de los dioses y los héroes y que tuvieron vigencia como tales[1], han sufrido multitud de variaciones y de cambios, que muchas veces evolucionan a la par de las sociedades que son sus difusores. Así pues, los mitos que tienen como objeto el mundo subterráneo también han sido modificados con el paso de las décadas.

Según Homero, los muertos se convertían literalmente en humo y de esta manera descendían a la “casa de Hades” sin más dilación. Sin embargo, las tradiciones locales hablan de diferentes entradas a este mundo siniestro. Recordemos que Grecia no era un país políticamente unido como lo es hoy en día y por ello no nos tiene que causar extrañeza el que las diferentes comunidades asegurasen que poseían una entrada a los infiernos. Esta última tradición nos es de gran valor, ya que este será el modo por el que los héroes más afamados, tales como Heracles, Teseo, Orfeo y muchos más descenderán al inframundo, como veremos más adelante.

Para llegar a la morada de los muertos los difuntos tenían que cruzar el lago Estigia, aunque en las tradiciones posteriores pasaran a ser cuatro ríos: el Estigia, el Aqueronte, el Flegetonte y el Leteo, que parece ser de una tradición posterior. Según Hard estos nombres pueden ser traducidos como el Detestable, el Afligido, el río de la Lamentación y el río del Olvido.[2]  Durante la época de Homero no hay ninguna mención de Caronte o de alguna figura similar que transporte las ánimas de los muertos hacia su nuevo hogar, sino que es el dios Hermes el encargado de acompañarles, siempre y cuando los cuerpos hayan sido debidamente enterrados. Este dios, acompañante de los viajeros y mensajero de los dioses, entre otras funciones, era el encargado de acompañar a los muertos. Al parecer el carácter de viajero y de transgresor de las fronteras de esta divinidad lo convertía en el personaje ideal para esta labor, haciendo que no temiese visitar la casa del temible Hades.

Parece ser que en época clásica el enterramiento ya no era una condición indispensable para poder entrar en la casa de Hades y este cambio podría haberse dado porque Hermes y Caronte pasaron a ser los conductores de los fallecidos a su nuevo hogar.[3] Según esta nueva tradición, Hermes acompañaba a los fallecidos hasta el límite del mundo de los muertos, es decir, hasta el río Estigia o uno de los anteriormente mencionados y Caronte, el barquero, se ocupaba de su traslado final a su nuevo hogar.

Caronte era un genio del mundo infernal, cuyo trabajo era transportar a los muertos a la otra orilla del río. Descrito como un anciano viejo, vestido con harapos y un sombrero redondo, era una criatura cruel con sus clientes. Éstos eran los encargados de remar, mientras que el genio se encargaba de guiar la embarcación. Como pago por sus servicios éste exigía un óbolo, es decir, la moneda que los familiares del difunto introducían en su boca al enterrarle, ya que de lo contrario el alma del difunto quedaría vagando eternamente sin poder pasar a los infiernos. Fue castigado por Hades y encadenado durante un año por haber dejado cruzar a Heracles vivo al inframundo, después de que el héroe le propinara una gran paliza y haberle obligado a ello, como veremos más adelante.[4]

Tras desembarcar, los espíritus debían cruzar las puertas del Hades, que surgen como figura tras le época de Homero.[5] Estas puertas estaban guardadas por el perro de tres cabezas (aunque algunas tradiciones dicen que poseía cincuenta) Cerbero. Este ser monstruoso, que además tenía cola de serpiente y multitud de cabezas de este animal repartidas por el dorso, estaba encargado de prohibir la entrada a los vivos en el infierno y de impedir su salida de él a los muertos. Era hijo de Equidna y de Tifón y era hermano de Ortro, de la hidra de Lerna y del león de Nemea. Como veremos más adelante su relación con los héroes es conocida porque fue apresado por Heracles y encantado por Orfeo, otro de los héroes al que nos dedicaremos más adelante.[6]

Sin embargo, ¿cómo eran los espíritus de los muertos que se encontraban en el inframundo? Según Hard los espíritus eran meras sombras de los hombres y mujeres que habían sido y podían comportarse de diferentes maneras. Como dice este autor, la épica homérica no es coherente en este aspecto y nos muestran ejemplos que actúan de modo diferente. Estos espíritus se comportarían a veces de forma totalmente simple, como si no fuesen apenas inteligentes, y otras veces de manera más natural, en palabras de este autor, “como si tuviesen alguna forma de vida consciente”.[7]

Pasemos ahora a hablar de cómo estaba organizado el mundo de los muertos. Para ello he decidido seguir el relato que proporciona Robert Graves, ya que sintetiza las diferentes  ideas que ha podido haber sobre este tema. En la versión de Homero los muertos vivían juntos, en un lugar común y no demasiado agradable ya que como dice él mismo “ viven como murciélagos”.[8] Sin embargo, durante la época clásica fue haciéndose más popular la visión según la cual los muertos podían ser castigados o recompensados por sus actos en vida, haciendo de los infiernos un lugar más variado.

Según Graves en el inframundo podemos encontrar tres lugares diferentes: los Campos de Asfódelos, el Elíseo y las Islas de los Bienaventurados (términos que muchas veces se usan como sinónimos) y, finalmente, el lugar más tenebroso de todos, el Érebo.[9] Según el erudito británico las ánimas comunes, es decir, las que no son malvadas pero tampoco virtuosas vivían en los Campos de Asfódelos, un lugar en el que los espíritus vivían con austeridad pero sin sufrimiento. El Elíseo es un lugar en el que las almas virtuosas viven cómodamente y tienen la posibilidad de reencarnarse en el mundo de los vivos. Según Graves aquellos grandes héroes que lo hacían tres veces y tres veces merecían el Elíseo podían vivir aún más plácidamente en las Islas de los Bienaventurados, en las que vivía también Crono[10], tras haberse reconciliado con Zeus. Sin embargo, la diferencia entre el Elíseo y dichas islas es muy difusa, hasta el punto que pueden ser considerados como diferentes formas de nombrar un mismo sitio, es decir, un lugar en el que grandes héroes y heroínas descansan plácidamente. Aquellos que por sus actos en vida merecían ser castigados terminaban en el Érebo, un lugar terrible en el que eran castigados tanto simbólicamente como físicamente, idea que gana popularidad conforme avanza la época clásica. Las Erinias, divinidades ancestrales y crueles que nacieron de las gotas de sangre causadas por la castración de Urano, son las encargadas de castigar a los malvados. Son las encargadas de vengar los crímenes contra la familia y proteger el orden social. A menudo se las representa como genios alados que tienen serpientes por cabellera y están armadas con antorchas y látigos. Aunque su número al principio es indeterminado  finalmente se considera que son tres: Alecto, Tisífone y Megera. [11]

¿Quiénes son según la tradición clásica los encargados de juzgar a los muertos? Aquí es donde encontramos a nuestros primeros héroes , que una vez fallecidos pasan al servicio de Hades juzgando, dada su sabiduría, a los nuevos habitantes del mundo subterráneo. Estos héroes son tres: Minos, Radamantis y Éaco. Minos, hermano de Radamantis, era un rey cretense, hijo de Europa y Zeus. A él se le atribuyen la civilización de los cretenses siendo la imagen de un rey justo, bueno y generoso para con su pueblo. Debido a su gran sabiduría, una vez en los infiernos, tanto Radamantis como Éaco dirigen los casos difíciles a Minos, que es el encargado de juzgarlos[12]. Según Virgilio Minos sería el encargado de analizar los casos de aquellos  condenados a muerte juzgados injustamente.[13] Como ya hemos dicho antes Radamantis, otro de los jueces del infierno, era hermano de Minos. Como él, era célebre por su justicia y por su prudencia y según  Graves era el encargado de juzgar a los asiáticos que pasaban a mejor vida.[14]  Tal y como ocurre con su hermano, Virgilio le atribuye la tarea de juzgar a aquellos que han cometido delitos. Éaco, el último de los jueces del inframundo, era conocido por ser el más piadoso de todos los griegos y por ser el  fundador del pueblo de los Mirmidones. Era hijo de Zeus  y de la ninfa Egina y tras su muerte pasó a formar parte del grupo de jueces infernales. Sin embargo, según Grimal, esta faceta suya es posterior a la época homérica, ya que este  no lo menciona, siendo en sus escritos Radamantis el único con la potestad de juzgar a las ánimas que llegaban del mundo de los vivos.[15] Graves le atribuye el deber de juzgar a los europeos.[16] En otras versiones hace el trabajo de maestro de llaves de Hades.

Para finalizar con este breve repaso al mundo infernal nos resta hablar sobre las divinidades que gobiernan en él, es decir, Hades y la reina de los muertos, Perséfone. Estos personajes son claves, ya que interactúan con los héroes en sus hazañas más grandes, como veremos más adelante.

Hades es hermano de Zeus y Posidón y reina, como ya sabemos, en el inframundo. Se le considera  un dios justo e inexorable ya que no permite que ninguno de sus súbditos vuelva al mundo de los vivos , como tampoco deja que estos penetren en sus dominios. Parece ser que su nombre (Hades, Aidis, Aides etc…) significa “ el invisible”, debido al casco que le regalaron los cíclopes y que tenía la propiedad de convertir en invisible a su portador. A pesar de todo existe otra corriente que relaciona su nombre con la tierra, es decir, aia.[17] Como rey de las profundidades que es, se le relaciona con las piedras preciosas y demás riquezas que habitan en su reino y es muy común que se le haga referencia con el nombre de Plouton o Pluton, “el Rico” (como lo conocerán los romanos). A pesar de que muchas veces se le connote negativamente no es un dios que sea enemigo de la raza humana. Poco representado en el arte griego parece ser que apenas recibió culto en la antigua Grecia, salvo en el templo que tenía consagrado en Élide. Hades permanece fuera del Olimpo y solo tiene noticias del mundo exterior por los sonidos que crean los mortales en su vida diaria o cuando alguien menciona su nombre.[18] Es por ello que normalmente se le haga referencia mediante el uso de eufemismos ( al igual que ocurre con las Erinias) tales como “ el Hospitalario”, “el Renombrado” o simplemente “el otro Zeus”[19]. Sus atributos son, según Buxton, los propios de un rey, como el cetro y el cuerno de la abundancia.[20] A su lado reina Perséfone, hija de Deméter, a la que secuestró, y a la que obligó, mediante engaños, a pasar parte del año en el mundo infernal. Graves hace hincapié en el carácter más afable y benigno de la reina aunque según Grimal es tan cruel e inexorable como su marido.[21]

 

EL DESTINO DE LOS HÉROES

Como ya hemos mencionado anteriormente, la tradición homérica no  menciona claramente que aquellos que han muerto puedan tener un mejor o peor destino en los Infiernos, o diferencia entre distintos lugares dentro del inframundo, aunque estas dos ideas son insinuadas en la Ilíada y la Odisea ( Cuando menciona al juez Minos y los castigos reservados a aquellos que juran en falso, respectivamente). Estos castigos estaban reservados, en la obra homérica, a héroes y heroínas, nunca a simples mortales. Sin embargo, en tradiciones posteriores comienzan a tener una connotación ejemplificante y se asocian con los ya mencionados lugares, es decir el Elíseo y el Érebo ( o tártaro, antiguo lugar donde los dioses encerraban a sus enemigos). También encontramos otros tipos de criaturas, tales como gigantes, que comparten esta clase de destinos.

Aquellos héroes que honraron y sirvieron a los dioses pueden considerarse afortunados, ya que descansaran plácidamente en el Elíseo (o las Islas de los Bienaventurados). Entre éstos encontramos, por ejemplo, a Aquiles, Menelao (emparentado con Zeus a causa de su matrimonio con Helena), Medea, Diomedes, Peleo, Alcmena y Cadmo.[22] Como podemos apreciar éstos ilustres personajes suelen estar acompañados por sus parejas. La vida en este idílico paraje es placentera y despreocupada, hasta el punto en que las ánimas de los grandes héroes disfrutan de numerosos juegos, banquetes y recitales de canciones de temática heroica, en homenaje a los héroes que en ellas están representados[23]. Resumiendo, podemos decir que aquí habitan los grandes héroes, que realizaron grandes hazañas y honraron a los dioses. Los dos Áyax, Patroclo, Antíloco y demás ilustres personajes mitológicos también descansan aquí.

Mucho más aciago es, sin embargo, el destino que aguarda a aquellos personajes que  cometen graves faltas, o lo que es peor, ofenden a los dioses. Entre los desdichados que están condenados al tormento podemos encontrar a varios personajes mitológicos, comenzando por el famoso trío que menciona Homero. Ticio, el gigante, es uno de ellos. Celosa de Leto, amante de Zeus, Hera persuadió al gigante para que violara a esta y se rebelase contra el dios supremo. Zeus, como  castigo, lo precipitó a los infiernos, donde dos águilas o dos buitres le devoraban permanentemente el hígado[24], centro de los deseos carnales en el mundo antiguo. Tántalo, hijo de Zeus y Pluto, fue condenado a vivir privado de todas las necesidades básicas, como la bebida y la comida, por haberse aprovechado de la generosidad de los dioses, la cual traicionó. Sísifo, hijo de Eolo y antiguo rey de Corinto, es otro de los ilustres personajes que está encadenado a  las tinieblas. Este astuto héroe se gano a conciencia su castigo ya que podemos decir que dedicó gran parte de su vida a entrometerse en los asuntos divinos y a ridiculizar a los dioses.  Se ganó la enemistad de Zeus por haber advertido al padre de Egina, Asopo, que éste la había raptado. Tras ello, parece ser que evadió y encerró a Tánato, el genio de la muerte, que había sido enviado por Zeus para vengarse. Una vez que el dios de dioses rescato al mortal genio, éste consiguió matar al escurridizo héroe pero, no contento con ello, decidió apuntarse un tanto más ante el más temible de los dioses: Hades. Sísifo consiguió obtener el permiso de Hades para volver al mundo para vengarse de su mujer, a la que había instruido para no enterrarle con los debidos honores deliberadamente. De esta manera consiguió vivir largos años pero finalmente, cuando murió (esta vez de forma definitiva), la ira del dios del infierno fue enorme y desde entonces está condenado a arrastrar una gran piedra por el Érebo, no vaya a ser que planee alguna otra forma de fuga.

Como el lector podrá haber notado estos castigos se corresponden, de alguna manera, con las faltas o malas acciones perpetradas por los castigados; aunque en época helenística la variedad de los castigos y el número de los condenados al lugar más tenebroso del inframundo adquirirá proporciones mayores, pudiendo ser el lugar de todos aquellos que cometan faltas, tal y como lo advierte Flegias (profanador del templo de Apolo en Delfos) en el relato de Virgilio[25].

Los condenados más ilustres introducidos en época helenística son los siguientes. Ixión es el más famoso de todos y es conocido por haber profanado las relaciones sagradas familiares al asesinar a su suegro. Purificado por Zeus, fue tremendamente desagradecido e intento forzar a Hera. Por ello, Zeus lo encadeno a una rueda de fuego y lo condenó, en el lugar más oscuro del inframundo (aunque algunas tradiciones anteriores lo relacionan con el cielo) a este tormento por toda la eternidad.[26] Anfión ( que se mofó de Leto), Salmoneo ( que intentó usurpar las funciones de Zeus), y los Alóadas (que intentaron atacar el Olimpo)[27] son los personajes que tienen el dudoso honor de ser los condenados más famosos de esta época.

EL DESAFÍO DE LOS MÁS GRANDES

En este apartado vamos a tratar la relación que han tenido con los infiernos algunos de los más grandes héroes de la antigua Grecia. Estos héroes gozarán de  un lugar especial en la memoria colectiva por haber tenido el valor de quebrar las impenetrables fronteras que separan el mundo de los vivos con el mundo de los que ya han muerto. Visitar los infiernos en vida y conseguir salir de ellos es, sin duda alguna, una cualidad que los convierte en seres realmente excepcionales. Heracles, Orfeo, Ulises y Teseo (junto con su amigo Piritoo) son parte de este selecto club, al que se unirá más tarde Eneas al popularizar Virgilio, ya en época romana, a este héroe secundario entre los griegos.

Pasemos ahora a narrar la forma en que el gran héroe ático, Teseo, se aventuró junto con su amigo Piritoo, en el siempre temible inframundo. Sobre la paternidad de Teseo existen, como dice Grimal[28], dos tradiciones: según la primera el héroe sería hijo de Etra y Egeo (obteniendo así descendencia divina por parte de Hefesto), mientras que según la otra era hijo de Posidón, que había fecundado a su esposa. Piritoo era hijo de Día y del famoso Ixión, al que ya hemos hecho referencia anteriormente, y era un héroe Tesalio.[29] La amistad de estos dos personajes surgió de la  admiración mutua y decidieron, a partir de entonces, realizar juntos sus hazañas.

Al quedarse ambos viudos los dos amigos decidieron llevar a cabo un ambicioso y peligroso plan: desposarse cada uno con una hija del gran Zeus. La primera víctima de este plan fue Helena, hermana de los Dioscuros, que fue raptada y asignada a Teseo mediante suertes. Finalizada esta primera parte el héroe ático se vio obligado a ayudar a su amigo Piritoo a encontrar una nueva esposa, como habían jurado hacer. La víctima que escogieron, tras haber consultado a un oráculo, no fue otra que Perséfone, esposa del dios Hades. Tal y como mencioné al inicio de este trabajo nuestros dos protagonistas se adentraron en el inframundo por la caverna del Ténaro y, una vez en los dominios del hermano de Zeus,  le propusieron su insolente plan. Este fingió escucharles y los invitó a su mesa. Al sentarse quedaron literalmente pegados en las Sillas del Olvido y fueron atormentados por los sirvientes de Plutón. Pasaron cuatro años atrapados hasta que Heracles, héroe de héroes, apareció por allí. [30]

Como ya he mencionado, el rescatador de Teseo no fue otro que Heracles, el héroe más popular de toda la mitología clásica. Este héroe Tebano (conocido como Hércules por los romanos) es el semidiós dorio más popular, equivalente a Teseo entre los pueblos del ática. Hijo de Zeus y Alcmena, tiene como “padre” mortal a Anfitrión.[31] Este personaje, héroe por excelencia, se encuentra con nuestros dos anteriores protagonistas cuando, siguiendo las órdenes de Euristeo, baja al mundo subterráneo para capturar a Cerbero en el último de sus famosos trabajos.

Para llevar a cabo con éxito su último trabajo  Homero y Apolodoro nos dicen que el héroe se inició en los misterios de Eleusis[32]. Tras lograr su purificación inició el camino hacia los infiernos desde el mismo lugar por donde Piritoo y Teseo lo hicieron o por la península de Aquerusia, como dicen otras tradiciones. Según Graves lo acompañaron Hermes y Atenea, protectora de los héroes.[33] Cuando hubo llegado, Heracles obligo a Caronte a transportarlo al Hades y, aterrado, el genio obedeció. Por ello, como he dicho anteriormente, fue castigado por Hades. Seguidamente se encontró con Teseo y Piritoo, que estaban atrapados en las sillas, y consiguió liberar al primero. Sin embargo, le fue imposible liberar a Piritoo (instigador de la sacrílega idea de raptar a Perséfone) por lo que el desdichado héroe quedó atrapado de por vida en el inframundo. Sobre esta situación Graves hace un apunte interesante. En su opinión, Teseo es un héroe de importancia, por lo que hay que atribuirle el haber ido y vuelto del infierno con vida. Sin embargo, lo hace gracias a Heracles y esto lo coloca en una posición secundaria para con el dorio. Esta sumisión refleja, según él, la preeminencia que el santuario de Delfos otorgó a Heracles, ya que fueron partidarios de los espartanos en su lucha contra Atenas.[34]

Hades y Perséfone, tras escuchar a Heracles, decidieron acceder a que este se llevara al perro, siempre y cuando lo dominase sin hacer uso de ningún tipo de arma. Nuestro héroe aceptó el reto y tras una larga lucha consiguió dominar a Cerbero mediante la asfixia y llevarlo ante la presencia de Euristeo. Este, muerto de miedo,  obligó al semidiós a devolvérselo a Hades de inmediato. Según otras tradiciones Hades intentó impedir la entrada del héroe  en sus dominios pero fue derrotado y herido por Heracles, por lo que tuvo que ser atendido medicamente.[35]

Ulises ( Odiseo en griego) es el célebre héroe protagonista de la Odisea de Homero. Como ya sabemos, este personaje corre mil aventuras en su viaje de vuelta a Ítaca, su hogar. En uno de estos momentos nuestro protagonista visita el inframundo, bajo recomendación de Circe, en busca de Tiresias, que deberá ayudarle a volver a su hogar.

Odiseo llega al bosque de Perséfone navegando por el gran Océano y, siguiendo los consejos de Circe, cava un agujero, sacrifica un animal y espera a que las ánimas de los difuntos suban a su encuentro.[36] Multitud de espíritus aparecen y rodean al héroe (célebres héroes de la guerra de Troya e incluso su propia madre)  y no dialoga con ellos hasta que obtiene la información que buscaba.

Ocupémonos ahora de Eneas. Hijo de Anquises y Afrodita Eneas es un héroe troyano. Tras la destrucción de su ciudad consigue escapar de allí junto con su padre, unos pocos ciudadanos y familiares y los dioses penates de su ciudad. La popularidad de este héroe aumenta cuando Virgilio lo convierte en el protagonista de su obra La Eneida , donde viajara por diversos lugares hasta llegar a Italia y se le atribuirá la creación de la dinastía destinada a fundar Roma. En el libro sexto de la Eneida el héroe desciende a los infiernos junto con la Sibila de Cumas (sacerdotisa de Apolo) y nos proporciona una visión muy atractiva del inframundo.

Eneas, acompañado por la Sibila, desciende al Hades por la cueva que está cerca del lago Averno. Tras ello Eneas llega al umbral del infierno. Allí, se encuentra con aquellos muertos insepultos que no pueden cruzar al otro lado y con multitud de criaturas terribles, como la Quimera, los Centauros, las personificaciones de los miedos humanos y muchas otras más. Cruzan el Estigia tras pagar a Caronte y consiguen entrar tras aplacar a Cerbero con pasteles dulces. Virgilio diferencia distintos lugares donde los muertos corrientes descansan; como por ejemplo las praderas de aquellos que se han suicidado, los que han muerto por amor, los guerreros, los ajusticiados injustamente, los que han muerto antes de tiempo etcétera. Tal y como he mencionado anteriormente Virgilio también distingue entre el tártaro ( o Érebo) y el Elíseo, donde los virtuosos disfrutan de la eternidad.[37]

Dejamos para el final a nuestro último héroe: el virtuoso Orfeo, hijo de Eagro y la musa Calíope según la más común de las tradiciones. Estaba casado con Eurídice y al morir ella,  envenenada por una serpiente, sufrió tanto que decidió pedir permiso a Hades para devolverla a la vida. Graves resume a la perfección este mito.

“ Un día, cerca de Tempe, en el valle del río Peneo, Eurídice se encontró con Aristeo, quien trató de forzarla . En la huída  piso una serpiente y murió a consecuencia de la mordedura. Pero Orfeo descendió valientemente al Tártaro esperando recuperarla y llevarla de vuelta. Utilizó el pasadizo que se abre en Aorno, en Trespótide, y a su llegada no solo encantó al barquero Caronte, al Can Cerbero y a los tres jueces de los Muertos con su melancólica música, sino que consiguió que se suspendieran temporalmente las torturas a los condenados. Y de tal modo ablando el corazón de Hades, que éste le permitió rescatar a Eurídice y llevarla de vuelta al mundo superior. Tan sólo le puso una condición: que Orfeo no mirara atrás hasta que ella estuviera a salvo  bajo la luz del sol. Eurídice siguió a Orfeo  por el oscuro pasadizo guiada por los sonidos de su lira, pero cuando llegaron a donde ya había luz solar él se volvió para comprobar si ella le seguía, y entonces la perdió para siempre”.[38]

Tras su muerte su lira quedó grabada en el cielo, a modo de constelación, y él fue a parar al Elíseo, donde se reencontró con su amada y donde alegra la grata existencia de los héroes y virtuosos con los que comparte morada.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

Fuentes escritas

Buxton, R., Todos los dioses de Grecia, Anaya, Madrid, 2004.

Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009.

Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010.

Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009.

 

Recursos en la red

http://www.culturaclasica.com/mitologia/introduccion.htm

http://www.culturaclasica.com/mitologia/hercules.htm

http://web.uvic.ca/grs/department_files/classical_myth/index.html


[2] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 162.

[3] Ibídem, pág.165.

[4] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 89.

[5] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 163.

[6] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 97.

[7] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 167.

[8] Homero, Odisea, xi 539; xi 572-575; xi 487-491.

[9] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 136-138.

[10] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 121.

[11] Ibídem, pág. 197-168.

[12] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 136.

[13] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 177.

[14] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 136.

[15] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 144.

[16] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 136.

[17] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 159.

[18] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 137.

[19] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 159.

[20] Buxton, R., Todos los dioses de Grecia, Anaya, Madrid, 2004, pág. 69.

[21] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 220.

[22] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 169.

[23] Pausanias, iii. 19-21; Heroica, x. 32-40.

[24] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 514.

[25] Ibídem, pág. 204.

[26] Ibídem, pág. 293.

[27] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 173.

[28] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 505.

[29] Ibídem, pá. 432.

[30] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 396-398.

[32] Homero, Odisea xi. 624 y Apolodoro, ii. 5. 12

[33] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 560.

[34] Ibídem, pág. 400.

[35] Grimal, P., Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Madrid, 2010, pág. 221.

[36] Nótese la diferencia que hay entre el mundo de los muertos de Homero, donde Ulises no “desciende” propiamente, con la que la tradición clásica impulsa posteriormente, como ya he dicho en más de una ocasión.

[37] Hard, R., El gran libro de la mitología griega, La esfera de los libros, Madrid, 2009, pág. 180.

[38] Graves, R., Los mitos griegos, RBA coleccionables, Barcelona, 2009, pág. 127.

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